El tetris que vive en mi cabeza está en marcha y no puedo pararlo. Tengo un bucle:
La primavera ya llega, y para entonces tengo que tener las semillas sembradas, pero antes tengo que elegirlas, ¿y qué planto? Primero tengo que decidir que pongo en cada espacio, eso dependerá de las semillas que tengo, voy a verlas…, pero también depende de la luz, y la humedad, y las plantas vecinas, y el calendario de siembra… buf!, hay un montón de variables, los hay que tienen en cuenta hasta la luna… ¿La luna? ¿Me dejo la luna?
Por si acaso me he puesto a investigar sobre el grado de influjo de la luna en los trabajos del huerto. La conclusión final de mi investigación es que la influencia de la luna en las plantas, si es que existe, no parece ser muy determinante. Influye lo suficientemente poco como para que sean posibles todas las opiniones, es como en política, hay opiniones a un lado y a otro, así que elige la que quieras:
A un extremo, los místicos, los que creen que la influencia de las fases lunares afecta radicalmente en el crecimiento de las plantas y debe determinar, por tanto, todas las labores del huerto. Se basan en la sabiduría popular de generaciones y, los más modernos, dicen que hay una explicación científica: la savia de las plantas se ve afectada por la atracción gravitacional de la luna, igual que ocurre con el agua del mar (y produce las mareas).
Al otro extremo, los agnósticos, los que dicen que no hay influencias, que las fases lunares se utilizaban antiguamente en agricultura como medida tiempo y que eso derivó en misticismo, pero que “científicamente” no hay nada demostrable.
En el centro, todos los demás, los que comprendemos la física de los líquidos y la atracción gravitacional de la luna en las mareas, pero que no vemos tan evidente que tengan un efecto importante en el crecimiento de nuestras plantas. Somos los que ponemos cara de científicos y tenemos el calendario de los místicos a mano, por si acaso.