Archive for enero 2010

La luna

29 enero 2010

El tetris que vive en mi cabeza está en marcha y no puedo pararlo. Tengo un bucle:

La primavera ya llega, y para entonces tengo que tener las semillas sembradas, pero antes tengo que elegirlas, ¿y qué planto? Primero tengo que decidir que pongo en cada espacio, eso dependerá de las semillas que tengo, voy a verlas…, pero también depende de la luz, y la humedad, y las plantas vecinas, y el calendario de siembra… buf!, hay un montón de variables, los hay que tienen en cuenta hasta la luna… ¿La luna? ¿Me dejo la luna?

Por si acaso me he puesto a investigar sobre el grado de influjo de la luna en los trabajos del huerto. La conclusión final de mi investigación es que la influencia de la luna en las plantas, si es que existe, no parece ser muy determinante. Influye lo suficientemente poco como para que sean posibles todas las opiniones, es como en política, hay opiniones a un lado y a otro, así que elige la que quieras:

A un extremo, los místicos, los que creen que la influencia de las fases lunares afecta radicalmente en el crecimiento de las plantas y debe determinar, por tanto, todas las labores del huerto. Se basan en la sabiduría popular de generaciones y, los más modernos, dicen que hay una explicación científica: la savia de las plantas se ve afectada por la atracción gravitacional de la luna, igual que ocurre con el agua del mar (y produce las mareas).

Al otro extremo, los agnósticos, los que dicen que no hay influencias, que las fases lunares se utilizaban antiguamente en agricultura como medida tiempo y que eso derivó en misticismo, pero que “científicamente” no hay nada demostrable.

En el centro, todos los demás, los que comprendemos la física de los líquidos y la atracción gravitacional de la luna en las mareas, pero que no vemos tan evidente que tengan un efecto importante en el crecimiento de nuestras plantas. Somos los que ponemos cara de científicos y tenemos el calendario de los místicos a mano, por si acaso.

Recolección de lechugas

15 enero 2010

Feliz año a todo el mundo.

El frío ha llegado por fin. Voy a arrancar los pimientos y las berenjenas que quedan, ya no llegarán + lejos.

Quedarán una espinaca, algunos canónigos y muchas, muchas lechugas. Tengo que contarlas, por lo menos hay un par de decenas.

La recolección de las lechugas (y de las espinacas) puede hacerse de tres maneras: la planta entera, sólo unas hojas, o cortando a ras a unos cm del suelo. El sistema elegido depende del grado de madurez de la planta, de la especie en cuestión, de las preferencias y del estado de ánimo del recolector, del tipo de ensalada que se esté preparando…

El sistema que yo suelo emplear es el de cortar a 2 ó 3 dedos de la tierra, así me llevo toda la parte comestible y me aseguro que vuelva a rebrotar. De esta manera tarda menos en haber otra nueva lechuga disponible que sacando la planta entera (y trasplantando una nueva en su lugar, claro). El sistema de ir sacando hojas no me gusta porque las hojas de fuera, que son las que se recolectan, son las menos tiernas, acabo poniendo en el plato las hojas + feas y dejando las+ apetecibles en la planta.

Además, este sistema de cortar a ras es el que me resulta mejor en la especie ahora tengo: Orella de ruc. Las lechugas de este año son hijas del ejemplar que I. trajo del cole el año pasado. De las que he probado ésta es la especie que más me gusta, porque crece rápido y sin plagas, no es amarga y, al tener una forma alargada, ocupa poca superficie y esto es muy importante, como decía Yolanda, en huertos mini como los nuestros, donde cada centímetro cuenta.

Los números cantan: tres ejemplares de “orella de ruc” (a la izquierda) ocupan un tercio de la superficie que tres ejemplares de otras variedades más anchas.