Comencé a diseñarlo pensando en colocar en alto los dos ficus benjamina que ya tenía y el limonero que me regaló Núria. Quería tenerlos en un rincón donde no molestaran al paso, sería algo discreto, pegado a la pared, que no ocupara mucho…
Vi la foto de una fresera en Internet y me inundaron nuevas ideas: si hacía huecos en las paredes del nuevo macetero podría plantar más cosas en el mismo volumen, así que le estuve dando vueltas hasta encontrar un diseño que cumplía también con esta condición.
En cuanto al material de construcción, tenía varias referencias de jardineras con madera (José Antonio, Ronal, Arhuanu…) pero la forma extraña de la mía complicaba la construcción con este material. Además, era un diseño vertical, para que aguantara todo espeso el grueso de la madera tendría que ser considerable y eso disminuía el volumen útil.
Después de estudiarlo con J., optamos finalmente por hacer una estructura de madera (la + delgada y barata que encontramos, dm de 2 mm), forrarla con fibra de vidrio y barnizarla con resina de poliéster. Para sujetar el conjunto a la pared utilizamos tacos químicos y, para que no se abombara, varillas en los frontales a modo de refuerzo. Para el acabado, la misma pintura de la pared donde iba colocado.
Aquí está J. aplicando la resina. El trabajo con fibra de vidrio resultó ser bastante engorroso, pero el resultado de momento es satisfactorio.
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Mi primera impresión al verlo por fin terminado fue que nos habíamos pasado, era demasiado grande para las reducidas dimensiones del balcón.
Pero enseguida el enfoque cambió: es un recipiente de casi 300 litros y su profundidad permite que las plantas puedan estar muy juntas. ¡Tengo un nuevo huerto y es un huerto enorme!
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